URUGUAY REPORTER

China ha intensificado en los últimos años su inversión en la infraestructura portuaria de Brasil como parte de una estrategia geopolítica para reducir su dependencia alimentaria de Estados Unidos. Este avance se manifiesta en obras de gran escala, como la construcción de la mayor terminal de exportación de granos de la empresa estatal Cofco fuera del país asiático, situada en el puerto de Santos, que incrementará su capacidad anual de 4,5 a 14 millones de toneladas.

El gigante asiático también ha consolidado su influencia en el puerto de Paranaguá, tras la adquisición del 90% del operador por parte de China Merchants Port Holdings en 2017. A esto se suma el desarrollo de nuevos ramales ferroviarios impulsado por China Railway, con el objetivo de conectar directamente las zonas agrícolas del interior brasileño con los puertos del Atlántico y del norte del país.

Estas inversiones buscan garantizar el abastecimiento continuo de granos como la soja, producto que representa cerca del 70% de las importaciones agrícolas de China y cuya principal vía de salida es precisamente Brasil. Actualmente, el puerto de Santos moviliza cerca del 30% de esas exportaciones, en un contexto donde la capacidad portuaria agrícola brasileña ya supera el 90%, rebasando el umbral de seguridad operacional fijado en 85%.

Paralelamente, China avanza en otros megaproyectos logísticos en la región, como el puerto de Chancay en Perú, cuya inversión supera los 3.400 millones de dólares. Este proyecto refuerza una tendencia clara: el posicionamiento estratégico de China en los nodos críticos del comercio agroindustrial latinoamericano.

La consolidación de esta red logística refleja no solo un cambio en la matriz de comercio global, sino también una advertencia para los países sudamericanos, que deberán equilibrar oportunidades de inversión con la defensa de sus intereses soberanos.